domingo, 14 de diciembre de 2014

ARTÍCULO DE Edmundo Fayanás Escuer sobre la REINA MARÍA CRISTINA DE BORBÓN Y DOS SICILIAS.


Reproducimos aquí el siguiente DOCUMENTO, elaborado por Edmundo Fayanás Escuer el 7 de noviembre de 2014 en nuevatribuna.es y que puede leerse en http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/lado-oscuro-reina-maria-cristina-borbon-sicilias/20141103110417108836.html, y que nos ayuda a tener una imagen global de la Reina María Cristina.


EL LADO OSCURO DE LA REINA MARÍA CRISTINA DE BORBÓN Y DOS SICILIAS.

Nace el 27 de abril de 1806 en Palermo. Sus padres fueron Francisco I de las Dos Sicilias y la infanta María Isabel de Borbón que era hija de Carlos IV de España y hermana de Fernando VII.

Tuvo una educación esmerada en su vida en Nápoles. Esta formación se basaba más en la cultural que en la política política, y toda su idea de política era que siempre tenía que haber un gobierno fuerte.

El marqués de Villa-Urrutia describe a María Cristina de la siguiente forma “era considerada Cristina como hermosa, no por la corrección de sus facciones, sino por el conjunto, según se puede apreciar en el retrato de don Vicente López, cuyo pincel, como el de Goya, no pecó de cortesano y lisonjero. Su cabello era castaño; los ojos, pardos, parecían negros a cierta distancia, y sin ser grandes resultaban expresivos y dominantes; la boca graciosa con propensión constante a la sonrisa; la frente proporcionada al rostro; la nariz más bien grande sin ser borbónica; el color blanco nacarado; los pómulos ligeramente rojos; las orejas menudas y bien puestas, llamaron la atención de un marinero americano como las primeras que había visto verdaderamente bellas; el cuerpo airoso y esbelto; la figura de intachables líneas estructurales; los ademanes naturalmente distinguidos, y el aire siempre elegante, cualquiera que fuera el traje que vistiese, para paseo, campo, montar a caballo o recepción palatina. Cuando entró en Madrid, sin estar delgada, no era mujer de mucho volumen; pero al poco tiempo adquirió su cuerpo ciertas líneas curvas, En España como en Oriente muy apreciadas, por el mayor relieve que dan a la hermosura femenina…

EL MATRIMONIO CON FERNANDO VII.

En mayo de 1829, muere la tercera esposa de Fernando VII, María Josefa Amalia de Sajonia sin haber tenido descendiente con ninguna de las tres esposas que ya había tenido. Luisa Carlota hija de los reyes de Sicilia influye para que un familiar suyo se casara con el rey español. La elegida es María Cristina, que era sobrina de Fernando VII. El rey tenía veintidós años más que María Cristina.

María Cristina llega a España a principios de diciembre de 1829. Así, el 11 de diciembre de 1829, se celebra la boda en Aranjuez. Es bien recibida por los liberales, pues un posible hijo lo haría heredero y desplazaría al príncipe Carlos María Isidro, que era conocido por su talante absolutista y conservador, reacio a cualquier cambio político y social.

Fernando VII padecía una macrosomía genital, fruto de la costumbre matrimonial borbónica de casarse primos con primos para preservar la sangre real. Era comentario común en la corte madrileña el tamaño anormalmente grande del miembro viril del rey. Así, el escritor Prosper Merimée lo describe “tan gordo como el puño en su extremidad”.

Rápidamente María Cristina quedó embarazada y el 30 de octubre de 1830 nace la futura Isabel II. En el momento que María Cristina queda embarazada, Fernando VII activa la Pragmática Sanción de 1789 y anula la Ley Sálica, que de este modo permitiría reinar a las mujeres.

Nuevamente la reina queda embarazada y, el 30 de enero de 1832, da a luz a una segunda niña, Luisa Fernanda, que sería casada con el duque de Montpensier. A mediados del año 1832, enferma gravemente el rey y su primer ministro Francisco Tadeo Calomarde consigue hacer firmar la derogación de la Pragmática Sanción aprovechando su debilidad. Sin embargo, consigue recuperarse de su enfermedad y anula esta firma. Destituye a su primer ministro y hace que María Cristina actué como Gobernanta.

Los liberales ofrecieron todo su apoyo a María Cristina con el objetivo de reforzarla y conseguir que no llegara al poder Carlos María Isidro. Concedió una amnistía a los liberales presos e hizo que algunos ocuparan puestos de responsabilidad. Muere Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833. Es nombrada Regenta inmediatamente debido a la minoría de edad de la futura Isabel II, pues tenía entonces tres años.

EL MATRIMONIO MORGANÁTICO.

El 28 de diciembre de 1833, a los tres meses de quedarse viuda contrajo matrimonio morganático en secreto con un sargento de su Guardia de Corps, Agustín Fernando Muñoz y Sánchez. Fernando Muñoz entró en la Guardia de Corps gracias a que su abuela paterna Eugenia Funes había sido nodriza de una de las hermanas del rey Fernando VII.

¿Cómo se conocieron María Cristina y Fernando Muñoz?

Hay dos versiones, la primera nos dice que una noche María Cristina se fijó en él y le preguntó si se cansaba, a lo que Fernando respondió “en servicio a su majestad no puedo cansarme nunca” . La respuesta satisfizo tanto a María Cristina, que enseguida quedó libre de servicio y ya la atendía nocturnamente en su lecho.

La segunda versión es el relato de su nieta María de la Paz Juana Amelia Adalberta Francisca de Paula Juana Bautista Isabel Francisca de Asís (otra característica de los Borbones es la amplia utilización de nombres como vemos en este ejemplo). La historia decía, que la reina madre se encontraba paseando con su carruaje, yendo y viniendo de vacaciones, cuando a consecuencia de un bache se dio un golpe en la nariz y empezó a sangrar, entonces solicitó a su dama de compañía le facilitase un pañuelo y como ésta no lo tenía aceptó el de uno de los miembros de su escolta y así empezó la relación.

El sacerdote que oficio la ceremonia fue Marcos Aniano González, que era amigo del novio y siguió al matrimonio durante tres lustros tanto como capellán de Palacio y único confesor de María Cristina.

La ceremonia se celebró en el Palacio de Oriente, a las siete y media de la mañana, actuando como testigos el marqués de Herrera y Miguel López de Acevedo. Entonces María Cristina tenía veintisiete años y Fernando Muñoz veinticuatro. María Cristina era muy religiosa y no quería vivir su relación con Muñoz fuera del matrimonio, pero si se casaba con él perdía sus títulos y sus privilegios.

Las sospechas transcendieron pese a los esfuerzos por mantener oculta la relación y el matrimonio secreto. María Cristina, que aparecía en numerosos actos públicos, intentaba disimular sus embarazos a base de emplear amplios vestidos, que ocultasen su abultado vientre. Estas sospechas se debieron a los cinco embarazos de la Regente que delataban las relaciones con otra persona. Así se decía “La Regente es una dama casada en secreto y embarazada en público”.

Sus enemigos políticos y rivales los carlistas también le dedicaron coplillas alusivas a sus embarazos:

"Clamaban los liberales
que la reina no paría,
¡Y ha parido más muñoces
que liberales había!"

También fue famosa en esta época la canción popular dedicada a la Regente María Cristina y que todos hemos oído alguna vez:
"María Cristina me quiere gobernar
y yo le sigo, le sigo la corriente
porque no quiero que diga la gente
que María Cristina me quiere gobernar".
No se sabe muy bien si eran los carlistas los que le cantaban la canción a los liberales o eran estos a los carlistas. Esta canción posteriormente fue usada mucho en Cuba.

De este matrimonio nacieron ocho hijos, a los que la reina Isabel II concedió títulos nobiliarios:
María de los Desamparados Muñoz y Borbón, 1834. Condesa de Vista Alegre.
María de los Milagros Muñoz y de Borbón, 1835, Marquesa de Castillejo
Agustín María Muñoz y de Borbón, 1837. Duque de Tarancón, I Vizconde de Rostrollano y Príncipe de Ecuador.
Fernando María Muñoz de Borbón, 1838. Vizconde de la Alborada y otros títulos.
María Cristina Muñoz y de Borbón, 1840. Marquesa de la Isabela y Vizcondesa de la Dehesilla.
Estos cinco hijos lo fueron durante su Regencia. Como no podía estar embarazada oficialmente al ser viuda, hizo que viviera largas temporadas apartadas en el palacio de Vista Alegre. Nada más nacer sus hijos, eran enviados a París donde eran atendidos por personal de confianza. Posteriormente, tuvieron otros tres hijos:
Antonio de Padua Muñoz y de Borbón, 1842.
Juan Muñoz y de Borbón,1844. Conde del Recuerdo entre otros títulos.
José María Muños y de Borbón, 1846. Conde de Gracia y Vizconde de la Arboleda.
Enseguida comenzaron a llamar a Fernando Muñoz con el nombre de Fernando VIII. Si no tuvieron más hijos fue porque ya eran mayores pero no por su pasión sexual que era muy fuerte y mantenían el ardor de la juventud.

LA REGENCIA DE MARÍA CRISTINA.

Su Regencia solo fue reconocida por Francia e Inglaterra. Tuvo que hacer frente a la sublevación de Carlos María Isidro, provocándose la primera guerra carlista. Para poder hacer frente a los carlistas, María Cristina se apoyó en los liberales.

Durante su Regencia asistimos a la formación de las provincias que actualmente conocemos y fue realizada por el primer ministro Francisco Cea Bermúdez. Se promulgó el Estatuto Real, que preveía la transición de la monarquía absolutista a la constitucional, donde se acordaban unas Cortes bicamerales y su relación con la Corona, bajo el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa. También se acordó formar parte de la Cuádruple Alianza.

Destaca el gobierno de Juan Álvarez de Mendizábal, que desarrolló su conocida desamortización de bienes religiosos y de algunos nobles, con la finalidad de conseguir el saneamiento de las arcas de la Hacienda, que se encontraban en una malísima situación. Estos bienes desamortizados fueron vendidos en subasta, por lo que se favoreció la creación de un nuevo grupo de terratenientes, que marcarían el posterior desarrollo político.

Tuvo que hacer frente al motín de los Sargentos de la Granja, donde se le obligó a restablecer la Constitución de Cádiz de 1812. A partir de ese momento, se apoyó mucho más en los sectores moderados. En 1839, se acaba la I guerra carlista con la firma del Convenio de Vergara. A principio de 1840, se aprueba la Ley de Ayuntamientos donde se permitía a la Corona elegir los alcaldes de las capitales de provincias, con el rechazo de los progresistas.

Tuvo que hacer frente a varios intentos liberales, hasta que el general Baldomero Espartero aprovechando la baja popularidad de la Regente le hizo renunciar a la Regencia y salió exiliada del país. Espartero se sublevó y le quiso imponer un gobierno progresista a lo que la Regente se negó, lo que significó su exilio. Antes de partir, sin embargo, pudo decirle a Espartero “te hice duque, pero no he logrado hacerte caballero”.

Espartero, tras la salida de la Regente hizo público el acta de su matrimonio con Fernando Muñoz, lo que aumentó el escándalo todavía más.

EL PRIMER EXILIO.

María Cristina huye por el puerto de Valencia, el 17 de octubre de 1840, en el vapor Mercurio, que la lleva a Marsella. A su llegada al puerto francés declaraba que su renuncia a la Regencia fue forzada. Posteriormente se traslada a Roma, donde permaneció tres meses hasta que el Papa Gregorio XVI le dio la bendición a su matrimonió morganático.

Termina refugiándose en Francia donde es acogida por sus tíos Luis Felipe de Orleans y María Amelia. Se compró el palacio de la Malmaison, que había pertenecido a Josefina Bonaparte.

Inmediatamente empezó a conspirar, así al año del exilio, apoyó un golpe de Estado encabezado por el general O’Donnell que se sublevó en Pamplona, Bilbao y Zaragoza y el general Narváez en Andalucía. En el año 1842 constituyó una sociedad secreta, la Orden Militar Española con la finalidad de conspirar contra Espartero. De esta orden formaban parte O’Donnell y Narváez. Al mismo tiempo, formó una junta civil presidida por Martínez de la Rosa, que hacía las veces de gobierno en el exilio.

El 30 de julio, Espartero tiene que abandonar la regencia y sale de España tras la sublevación militar encabezada por O’Donnell, Narváez y Prim. Se declara mayor de edad a Isabel II a pesar de que tenía trece años. Presta juramento como Reina, el 8 de noviembre de 1842.

SU REGRESO, 1844-1854.

Con la entronización como Reina de Isabel II, se permite el regreso de su madre. Por decisión de Isabel II se legaliza su matrimonio y se celebra una nueva ceremonia de boda, el 12 de octubre de 1844. Las Cortes confirmaron la legalidad del matrimonio. Al ser todo legalizado Fernando Muñoz fue nombrado duque de Riánsares y Grande de España.

Al principio se instaló a vivir en la Palacio Real, pero para evitar susceptibilidades se trasladaron posteriormente al palacete de la calle de las Rejas.

En 1845, participa en un intento de restauración de la monarquía en Ecuador a petición del presidente Juan José Flores. Este proyecto presentaba dos partes: la primera consistía en que su hijo, Agustín Muñoz y Borbón, se convirtiera en Príncipe de Ecuador y, más tarde, sería nombrado rey de Perú y Bolivia. Uniendo los tres países en una sola nación a la que llamarían Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia. Sin embargo, el presidente Flores fue depuesto por la revolución marcista y todo se vino abajo.

María Cristina tuvo una gran influencia en el matrimonio de Isabel II con Francisco de Asís, que era un hombre todo lo opuesto a lo que ella necesitaba. Ella tenía una gran actividad sexual y era ninfómana, mientras que Francisco de Asís era gay, conocido como “don Paquito” . El matrimonio se realizó el 10 de octubre de 1846.

La relación entre ambas fue deteriorándose, donde María Cristina afeaba el comportamiento sexual de Isabel II. A todo ello, debe unirse, que quería seguir influyendo en la vida política del país.

En 1854, se produce la Vicalvarada con O’Donnell a la cabeza. Una de las demandas que exigen los sublevados es que se aparte a María Cristina de la política. Consecuencia de estas protestas es que fueron incendiados los palacios de María Cristina, el de José de Salamanca y el del conde de San Luis. Esta es la carta, que le escribe O’Donnell a Isabel II.

Desoiga también V.M. los consejos artificiosos y parciales de la reina madre. Esta señora parece que lleva a V.M. en su señora y la dio a luz para complacerse luego en inmolarla a su capricho y a la insaciable sed de oro de que está devorada. Fuera de la vida, nada debe V.M a la reina Cristina, ni ella ha otorgado a España beneficio alguno para que V.M le tribute sumisión y obediencia en su conducta regia. Apenas descendió a la tumba el padre de V.M. la viuda gobernadora del reino, daba a V.M el pernicioso ejemplo de un amor impuro que principió por el escándalo, que concluyó diez años después por un casamiento morganático y que ha traído males incalculables.".

"Poco severa ella misma en los principios de sana moral que deben ser la base y fundamento de la educación de los príncipes, ni supo inculcarlos en el ánimo de V.M. mientras fue niña, ni se cuidó más que acumular oro y de preparar desde temprano un peculio crecido a su futura prole…. Apenas ha habido contratas lucrosas de buena a mala ley, especulaciones onerosas, privilegios monopolizadores a que no se haya visto asociado el nombre de la reina madre.
El resorte para que un ministro o un hombre público haya obtenido la protección y apoyo de esa señora, o provocado su animadversión, ha sido pactar o no con ella el servicio de sus interese. Esto lo sabe el pueblo… ”

EL SEGUNDO EXILIO.

En 1854, tras el golpe liberal de O’Donnell inicia su segundo exilio y definitivo, saliendo hacia Portugal. Posteriormente se trasladaría nuevamente a Francia, instalándose en Sainte-Adresse, donde vivió más de veinte años. Perdió la pensión vitalicia que le había concedido las Cortes.

En 1956, le fue devuelto por el Estado todos los bienes confiscado con su segundo exilio. Visitó el país, en 1864, bajo el gobierno de Narváez, estando poco en Madrid y visitando Asturias, tierra de sus florecientes negocios.

Volvió nuevamente, en 1868, con motivo de la boda de la infanta Isabel, "la Chata” con el príncipe Cayetano de Borbón-Dos Sicilias. En 1876, volvió con el apoyo de Cánovas del Castillo para enterrar a su marido en Tarancón. Su última presencia en el país fue para asistir a la boda de su nieto Alfonso XII con Mercedes de Orléans en 1878.

LOS NEGOCIOS DE LA PAREJA REAL.

La gran pasión de María Cristina fueron los negocios y para ello contó con grandes personajes como el general Narváez y José de Salamanca. No dudó en desviar fondos estatales para sus inversiones particulares. Se decía que “no había proyecto industrial en el que la Reina madre no tuviera intereses” .

Fernando Muñoz fue el promotor de diversas empresas por todo el país, destacando las de ferrocarriles que por aquellos tiempos empezaban a abrirse camino, haciendo inversiones en este sector en Asturias. También creó numerosas empresas en torno al carbón en Siero y el valle del Nalón y creó la empresa Asturiana Mining Company que posteriormente sería transformada en la Fábrica de Mieres.

También participó activamente en el negocio de la sal, durante cinco años disfrutó del monopolio de dicho producto, lo cual le dio pingues beneficios. También participó en el negocio de los negreros, en compañía del el general Narváez, fundador de la Guardia Civil.

Obtuvo la concesión de la línea férrea Madrid-Aranjuez, que fue inaugurada, el siete de diciembre de 1851, que posteriormente se extendería hasta Albacete y Alicante. Como dice el historiador Pierre de Luz:

“En aquel momento, todo el mundo en Madrid juega a la bolsa, y es Salamanca quien dirige el baile. Ya ha arrastrado a Muñoz, y pronto asocia al mismo Narváez a sus combinaciones, a sus grandes golpes, a sus enormes ganancias… no existe en España un solo negocio industrial en que María Cristina o el Duque de Riánsares no tomen parte.”

María Cristina y Fernando Muñoz fueron enriqueciéndose con el dinero público, siendo acusados de abuso de poder y de aprovechar en su favor la información privilegiada de la que gozaban. Así supieron anticiparse a la crisis y se desprendieron de sus negocios asturianos un año antes de que fuera promulgado el Real Decreto donde se rebajaban los aranceles sobre los productos siderúrgicos, provocando el desastre de la siderurgia española.

María Cristina fallece el 22 de agosto de 1878. Su deseo era que fue enterrada con su marido Fernando Muñoz en Tarancón. Finalmente, fue enterrada en el Panteón de Reyes de El Escorial, dado que con la llegada de Alfonso XII al trono fue esposa, madre y abuela del rey.

BIBLIOGRAFIA.

Burdiel, Isabel . Isabel II: una biografía (1830-1904). Memorias y biografías. Madrid. 2011.
González Doria, F . Las reinas de España. Madrid. 1999.
Martínez Olmedilla, A . La cuarta esposa de Fernando VII. Madrid. 1957.
Peña González, José, Historia política del constitucionalismo español. Madrid. 2006.
Ríos Mazcarelle, M . Reinas de España: Casa de Borbón. Madrid. 1999.
Villarrutia. Marqués de- La reina Gobernadora-doña María Cristina de Borbón . Madrid. 1925.
Zorrilla González de Mendoza, F J . Genealogía de la casa de Borbón en España . Madrid. 1971.


No hay comentarios:

Publicar un comentario